Ana y Saray. Lucha de altos vuelos.
Saray subía al avión de
regreso a España después de 6 meses en Italia, había estado cursando una beca
ERASMUS, y como era lo común, había hecho de todo menos estudiar. Saray era una
chica rubia de 20 años, muy activa que le encantaba la fiesta, esto es lo que
principalmente había hecho durante su estancia de estudios, y como no, había
hecho una cata de los varones de esa tierra. No había día que saliera que no
volviera a casa en compañía de un chico, al que nunca volvía a ver. La noche
antes de volver a su hogar, decidió pegarse la última y más brutal fiesta como
despedida, salió con su ropa más atrevida y fijo el objetivo en los chicos más
guapos del local, como de una abeja recogiendo el polen de flor en flor iba
probando sus presas hasta que encontrara al candidato perfecto para calentarle
la cama y lo que no es la cama en su última noche. Al final lo encontró, un
hombre, algo mayor que ella, pero con un cuerpo de escándalo, además podía apreciar
en su entrepierna un enorme miembro, como una loba entro a por todas, el chico
receptivo, estaba hecho, esta noche su cuerpo ardería de pasión y del sexo más
salvaje que pudiera imaginar. Antes de abandonar el local tenía que ir al aseo
a “retocarse”, justo entrando en el servicio salió una chica morena que sin
pretenderlo la empujó, haciéndole caer el contenido del bolso al suelo, la
chica morena que ni se dio cuenta salió a la zona de baile como si nada. – Hija
de puta, susurro Saray entre dientes mientras recogía sus cosas, le estaba
haciendo perder un tiempo precioso. Continuo con lo planeado, se retoco y fue
en búsqueda de su amante. Su sorpresa llego cuando lo vio abandonando el local abrazado a la misma chica con la que instantes
antes había tenido el percance. A grandes pasos corrió tras ellos, esto no iba
a quedar así, ese era su hombre, pero fue inútil, cuando salió del local no
había nadie, les había perdido. Enfurecida, fue a dedicarse a su más secreto
vicio, la farlopa, fue de nuevo al servicio con tal de meterse una raya para
que se le pasara el enfado, cuando vio que no estaba ahí su preciado polvo.
Cuando las cosas le cayeron del bolso había perdido la bolsita en donde la
llevaba, esto ya era demasiado, se había quedado sin su presa, y encima había
perdido el ultimo medio pollo que le quedaba, enfurecida salió de nuevo a la
zona de baile, eligió a un chico de forma prácticamente aleatoria y en un
callejón cercano habían follado como animales en celo hasta que el chico no
pudo más.
Valla última noche de
fiesta, fue horrible, pensaba mientras se acomodaba en el asiento del avión. De
pronto, alguien le llamo la atención, ¿de qué le sonaba la azafata que empujaba
el carrito con los Snake? No puede ser, era ella, la chica morena con la que
había chocado anoche, la causa de todas las desgracias que le pasaron…
Ana era la encargada de
los Snake de este vuelo, era una chica morena de 30 años aunque no aparentaba
muchos más de 20, se reincorporaba al trabajo después de su supuesta luna de
miel, digo supuesta pues su novio se fugo el día antes de la boda con una rubia
más joven que ella, desde ese día detestaba a las rubias. La noche anterior
había sido prácticamente secuestrada por sus amigas, la habían llevado a
conocer chicos, y encontraron para ella un buen ejemplar la noche anterior, por
lo visto, su plan le había dejado plantado con la excusa de ir al servicio,
asique Ana, bueno, más bien las amigas de Ana, decidieron que se fueran los dos
a seguir la fiesta en otra parte, que resulto ser la habitación del hotel de la
azafata. Apenas se acordaba de su nombre, ni quería saberlo, había pasado 12
años con ese cabron que la había abandonado y ahora volvía a sentirse libre,
era una persona nueva, una persona dispuesta a disfrutar del sexo y de la
diversidad de hombres que su trabajo de azafata le permitía.
Ana iba asiento por
asiento ofreciendo una variedad de Snake hasta q llego a una chica rubia que la
miraba con cara de asco. –rubia tenía que ser, pensó. Amablemente, pero con una
mirada dura le pregunto:
- ¿desea tomar algo?
- Mi farlopa y a mi
hombre. Contesto seriamente la rubia.
Ana sorprendida
continuo, de que habla está loca ¿Su hombre? ¿Qué hombre? Pero lo que más le
preocupaba, le había pedido la farlopa, ¿acaso sabia esa rubia que en su
taquilla tenia farlopa? ¿Quería quitársela? Ana desde que su novio la dejo
había tenido solo un único e incondicional amigo, su droga, y no dejaría que
una rubia le volviera a quitar nada, aunque por supuesto no estaban hablando de
lo mismo.
Cada vez que Ana pasaba
cerca de Saray sus miradas echaban chispas, Saray quería venganza y la quería
ya, Ana no se fiaba de esa rubia, estaba emparanoiada, le quería robar lo suyo.
Parte del vuelo paso de
esta forma, Ana pasaba para vigilarla, y Saray se pensaba q era una
provocación, sus mentes iban enrevesandose, entraban en un bucle en el que cada
vez la realidad estaba más distorsionada y solo veían graves provocaciones
donde no había nada, hasta que Saray no pudo mas, se levanto y fue hacia Ana,
empujándola igual que había pasado en la discoteca la noche anterior, pero esta
vez lo que se cayó fue un vaso de café sobre la blusa blanca de Ana, está
furiosa miro a Saray que se reía entre dientes…
-maldita puta, pensaba Ana
mientras iba a los compartimentos traseros donde tenían un servicio de
empleados y los vestuarios y las taquillas.
Saray que vio como Ana
se alejaba decidió seguirla, seguro que va a responderme de alguna manera,
mejor tenerla vigilada, pensó Saray. Nada más lejos de la realidad, Ana solo
quería cambiarse el uniforme.
Cuando paso frente a su
taquilla no pudo resistir la tentación, tenía que mirar si ahí estaba su
querida droga, abrió la taquilla casi excitada y ahí estaba, sin saber porque
se sintió aliviada, se quito la blusa y entro al baño para adecentarse,
mientras Saray tras la puerta escondida vio la bolsita de farlopa y los ojos se
le pusieron como platos, la quería, tenía que ser suya, por culpa de la puta
morena se había quedado sin su dosis y ahora iba a tomar lo que a su parecer le
pertenecía por derecho. Entro sigilosamente, abrió la taquilla y cogió la
bolsita, iba a metérsela en el escote,
ya que no llevaba bolso, cuando Ana salió del baño y vio a la puta rubia con su
tesoro, lo sabía, quería su droga.
Ana fue hacia Saray cogiendo
la bolsa de entre sus tetas y de un tirón se la arrebato, rasgándole también el
vestido que esta llevaba. Ahora Ana y Saray se miraban frente a frente sin
ningún disimulo, por primera vez se estudiaron de verdad, se miraron de arriba
abajo, Ana parecía ahora más imponente que hacia un rato, estaba en posición de
alerta, preparada para cualquier imprevisto, lucia con unos tacones negros
altos, una falda hasta la rodilla y un sujetador blanco, ya que la blusa se la
había quitado para limpiarla, Saray por su lado no se quedaba atrás, la había
sorprendido cuando le quito la droga, pero eso no volvería a pasar, tenia igual
que Ana unos tacones altos y un precioso vestido corto que ahora se mostraba
rasgado en su parte superior que dejaba ver su sostén negro.
Saray ni se acordaba de
el chico de la noche anterior, ahora lo único que quería era esa droga y estaba
dispuesta a arrebatársela a toda costa, Ana sabía lo que quería, ahora sí,
quería su droga, pero ella estaba allí y la defendería con uñas y dientes hasta
el final, ninguna puta rubia volverá a quitarme nada, se repetía una y otra
vez.
La bolsita después del
tirón de Ana había caído en un rincón, pero ninguna fue a cogerla, ambas sabían
que antes tendrían que deshacerse de un obstáculo, un obstáculo con nombre
propio, Ana para Saray y Saray para Ana, y las dos sabían que era un obstáculo
difícil de superar, hasta el momento no se habían dado cuenta de lo parejas que
estaban, ambas median alrededor de 155 cm y pesaban sobre los 50 kg, aun así,
ninguna iba a echarse atrás, es más, estaban seguras de ganar, no era la
primera vez que peleaban, y sabían cómo hacerlo. Estaban seguras de vencer,
ansiosas esperaban la oportunidad para empezar un choque sin sentido pero ahora
ya inevitable.
Ana y Saray, Saray y
Ana, las dos en tensión se observaban girando lentamente esperando para saltar
la una sobre la otra, de repente el avión entro en una zona de turbulencias
haciendo que las chicas cayeran la una contra la otra, esa fue la señal,
rápidamente sus manos fueron al pelo contrario y al segundo ambas estaban
girando en circulo mientras se tiraban con todas sus fuerzas del cabello. Ana
fue la primera en conseguir arrancar un mechón a su contrincante, Saray pego un
grito que habrían oído todo el avión si no fuera por la insonorización de la
habitación donde se encontraban, roja de ira Saray abofeteo a Ana que sorprendida
retrocedió un paso soltando a su presa, pero enseguida contesto de la misma
forma comenzando un intercambio de bofetadas que les hacían girar la cabeza,
cada vez mas rojas por los golpes y la ira Saray arremetió contra Ana estampándola
contra las taquillas, Saray aprovecho este momento para golpear el estomago,
Ana doblada de dolor cayó de rodillas al suelo, en este momento las chicas
cruzaron sus primeras palabras, fue Saray la que dijo:
-
Puta de mierda, dame la coca o voy a matarte
cerda.
-
Guarraaaaaaaaaaaaa, fue la contestación
de Ana cuando se abalanzo contra Saray haciéndola caer al suelo
Ahora las dos chicas
rodaban por el suelo mientras se intercambiaban tortas, arañazos en la espalda
y algún que otro mordisco en los hombros. Ana y Saray se separaron rodando cada
una para una esquina, incorporándose con dificultad exhaustas por el esfuerzo,
sus cuerpos estaban bañados en sudor, el sujetador de Saray se le había subido
dejando ver sus preciosas tetas, y la falda de Ana se le había enrollado hasta
la cintura. Saray fue la primera que se puso mas cómoda, quitándose el sostén y
los harapos de su vestido, quedándose solo con un tanga negro. Ana que se había
quitado la falda tomo la desnudez de los pechos de la rival como un desafío,
desnudándolos también, ahora las chicas estaban frente a frente tan solo con su
ropa mas intima preparadas para empezar el segundo round.
Los pechos de Ana
subían y bajaban al ritmo de su respiración, Saray las seguía fijamente con la
mirada mientras las comparaba con las suyas, las tetas de Ana eran
impresionantes, grandes, firmes con unos preciosos pezones de aureolas anchas y
rosaditas, Ana también miraba las armas de seducción de su rival, sus
magnificas tetas, grandes, casi tan grandes como las suyas, muy firmes, unos
pechos hechos para el deseo. Ambas se miraban con asco, envidiando lo que veían,
aunque orgullosas de su propio cuerpo.
Saray fue la primera en
mover ficha, comenzó a caminar hacia su rival que la imito inmediatamente hasta
que se encontraron frente a frente, a esta distancia podían apreciar que todo
lo sucedido hasta el momento había tenido su efecto, Ana lucia un mordisco en
su antebrazo y algún que otro arañazo, Saray no era menos, arañada de igual
forma y con una mordida en su hombro, la cara la tenían enrojecida de los
golpes, el pero enmarañado y con restos en los ojos de unas lagrimas que habían
caído no hace mucho. Parecían dos amazonas, abducidas en el fragor de la
batalla, una batalla que apenas había comenzado.
Ana: ¿Que te crees que
haces cerda? Vienes aquí a robarme descaradamente y encima me pones delante
esas tetas asquerosas
Saray: Solo vengo a por
lo que es mío, y no hables de tetas asquerosas que te llevas la palma
Ana: ¿Tuyo de qué? Eres
una puta ladrona
Saray: Aquí solo hay
una puta y eres tú, guarra.
Ana con las manos en
por delante se abalanzo contra Saray, y Saray contra Ana. Sus dedos se
trenzaron y empezó una competición de fuerza, no se habían dado cuenta, pero
entre los dedos se podían ver restos rubios y morenos que hasta no hace mucho
habían pertenecido a un precioso y bien cuidado cabello.
Ana con toda la fuerza
que tenia empujo a Saray contra las taquillas, chafándola con su cuerpo, sus
pechos entraron en contacto y sus pezones erectos como espadas se hundieron
mutuamente, esto provoco una descarga que les recorrió el cuerpo, produciendo
una gran excitación en Ana por su posición ventajosa y angustia en Saray viendo
como estaba siendo acorralada. Los pechos de ambas se chafaban, Ana los usaba
como martillos para golpear a los de su rival que nada podía hacer, inmóvil
contra el frio armario de metal. Saray notaba como los suaves y abundantes
tetas de su rival le hacían sufrir golpe tras golpe, esos pechos que hicieron
gozar de placer a su chico, al hombre que tanto deseaba la noche anterior, este
pensamiento se transformo en ira y la ira en fuerza, empujando a Ana y
haciéndola retroceder.
La mirada asustada de
Saray se volvió felina, con una maliciosa sonrisa, Ana tenía la misma mirada,
ambas estaban cada vez más seguras de ganar, ansiosas por acabar la una con la
otra.
Al unisonó ambas
felinas se abalanzaron la una contra la otra, volviendo a entrelazar los dedos
en el cabello de la rival y zarandeándose la cabeza de un lado hacia el otro
mientras el bamboleo de sus pechos los hacían chocar y sus pezones se esgrimían
los unos contra los otros, Saray fue la primera en cambiar de táctica,
aplicando un abrazo mortal a su adversaria, esta no tardo en reaccionar
contestando de la misma manera trenzándose mutuamente en un asfixiante abrazo,
sus pechos se comprimían los unos a los otros, daba la sensación que en
cualquier momento les iban a reventar, iban de un lado a otro gritando como
locas mientras el sudor se escurría entre sus pechos y caía en gruesas gotas al
suelo. Ana fue la que se llevo la peor parte, Saray la estaba dejando sin aire
y dolorida, aunque esta tampoco lo pasaba mucho mejor. Ana desesperada
arremetió con su cabeza contra la cabeza de su adversaria, instantáneamente se soltaron
separándose unos pasos, Saray estaba sorprendida y aturdida por el golpe, igual
de aturdida estaba Ana, pero reacciono rápidamente embistiendo con el hombro contra
la rubia derribándola, Ana se sentó sobre el estomago de su rival y se disponía
a propinarle un puñetazo cuando de un ágil movimiento Saray la desmonto. En
cuestión de segundos se incorporaron frente a frente de rodillas, antes de
poder levantarse Ana lanzo su mano contra el pecho de Saray agarrándolo y
estrujándolo mientras le clavaba las uñas, Saray no tardo en imitarla, los
blancos y preciosos pechos de las chicas empezaron a mostrar unos surcos rojos
por la zona por la que había pasado las uñas rivales, gruesas lagrimas les
caían mientras intentaban sin mucho éxito ahogar los gritos de dolor.
Saray empezó a perder
terreno, no soportaba mas el dolor, intentado alejarse de Ana, pero esta no le
dejo hacerlo, la hizo caer al suelo y siguió con el castigo, esta vez
retorciéndole los pezones, Saray ahora gritaba como una loca, pataleando al
aire, con la mala suerte que una de estas patadas impacto en Ana, haciéndola
caer al suelo también.
Las chicas se
incorporaron masajeándose los doloridos pechos, orgullosas de lo que veían, las
tetas rivales ahora estaban marcadas por sus uñas y algunas gotas de sangre
brotaban de estos arañazos.
Una vez más como si de
una pantera y una tigresa fueran, se lanzaron la una contra la otra, esta vez
Saray lanzo un zarpazo que marco la cara de Ana, esta contesto las uñas con mas
uñas, y en poco tiempo tenían casi todo el cuerpo a juego con los pechos. Ana,
enfurecida se lanzo contra Saray cayendo enredadas al suelo y retorciéndose
como dos serpientes mientras se seguían arañando, Saray consiguió poner la cara
de su adversaria entre sus tetas e intento asfixiarla, Ana estaba agobiada, le faltaba
el aire, desesperada pego un fuerte mordisco en uno de los pechos de la rubia,
con gritos empujo a Ana lejos de ella mientras se cogía la zona mordida, Ana,
lentamente se incorporaba, tenía la boca llena de sangre, parecía un animal
salvaje, se la relamía y sonreía. Saray no tardo en darse cuenta que esa sangre
era la suya, vio que la mano con la que sujetaba la teta mordida tenía sangre,
que le empezaba a recorrer su cuerpo, loca de rabia se lanzo contra Ana una
lluvia de puños que impacto en la cara y pechos de su rival, Ana lejos de
quedarse atrás respondió golpe con golpe hasta que exhaustas se trenzaron del
cabello nuevamente, ya no tiraban con la fiereza con la que habían empezado,
pero si con más odio, sus caras estaban desfiguradas por los golpes, labios
partidos, ojos hinchados y narices contusionadas que dejaban caer gotas de
sangre sobre sus pechos, sangre que salpicaba en minúsculas gotas cada vez que
las chicas chocaban sus doloridos pechos.
El avión volvió a
entrar en zona de turbulencias, las chicas intentaron en vano seguir trenzadas,
pero acabaron cayendo al suelo, Saray fue la primera en levantarse mientras Ana,
aturdida, continuaba intentando recuperar el equilibrio, no llego a
conseguirlo, el pie de Saray impacto en su cara, sintiendo un gran dolor
mientras caía de espaldas con la boca ensangrentada, lo siguiente que sintió
fue a Saray sentada sobre sus tetas y golpeándole la cara.
Ana dejo de moverse,
Saray callo a su lado exhausta, le dolía todo el cuerpo, pero estaba feliz. Prácticamente
arrastrándose se dirigió hacia donde se encontraba el ansiado premio, se sentía
triunfante, cogió la bolsa y se disponía a disfrutar de su premio. Ana, como si
regresara del infierno se lanzo sobre Saray intentando arrebatarle el premio,
forcejeando por la bolsa. Saray había sido descuidada, no había acabado con su
enemiga cuando había tenido la oportunidad.
La bolsa se rompió
entre las manos de las dos ansiosas mujeres, perdiéndose por el suelo el
preciado contenido, las chicas gritaron de desesperación mientras intentaban
recuperar en baldes ese polvo blanco que las habían llevado a esa delicada
situación, Ana y Saray lloraban la perdida y se maldecían mutuamente. Lentamente
se incorporaron mirándose con todo el odio que era capaz de albergar sus
corazones, sus miradas no eran humanas, Ana corrió contra Saray con los dientes
y os puños bien apretados. Cuando Saray se dio cuenta estaba cayendo de
espaldas contra la taquilla con la boca ensangrentada, Ana había reaccionado
rápido y le había conectado un espectacular puñetazo en la mandíbula. Saray
furiosa se lanzo contra Ana, que la estaba esperando, se encontraron con un
choque cuerpo a cuerpo, sus pechos volvieron a aplastarse, mientras se arañaban
la cara y como perras de presa se mordían mutuamente boca contra boca, el sudor
que resbalaba por su cuerpo estaba teñido por la sangre que estaban perdiendo.
No aguantaron mucho en posición vertical, pronto estaban rodando por el suelo
con sus cuerpos retorciéndose, aun así no dejaron de aplicar ni los mordiscos
ni los arañazos. Las chicas estaban exhaustas, ninguna lograba sacar ventaja,
pero Ana con mayor experiencia introdujo su mano bajo el tanga de Saray
clavando su garra en la zona intima de Saray, Saray empezó a gritar intentando
escapar de las manos de Ana, intento alejarse de ella gateando, pero Ana no se
lo permitió, salto sobre su espalda y cogiéndola de los cabellos le estampo
varias veces la cabeza contra el suelo, Saray lloraba, cuando el brazo de Ana
le abrazo el cuello, apretando cada vez más, Saray pataleaba intentando
escapar, le faltaba el aire, todo era cada vez mas borroso, hasta que la visto
se le quedo en negro.
Ana apretaba el cuello
de su rival sentada en su espalda, cada vez oponía menos resistencia, hasta que
dejo de moverse, había perdido el conocimiento, por fin había terminado con esa
maldita puta, se levanto tambaleándose con dificultad, de una patada hizo girar
a Saray boca arriba, estaba llena de arañazos, mordiscos, y hematomas, con los
pelos revueltos, sin embargo Ana no lucia mucho mejor. La miro con desprecio,
estaba satisfecha, le había costado, pero finalmente ella era la vencedora, eso
la excitaba, se quito el tanga y se sentó sobre las tetas de la desfallecida
Saray y empezó a masturbarse en la cara de su rival hasta que llego al clímax.
Ya finalizado todo solo
le quedaba proporcionarle la ultima humillación, la amordazo y la encerró en
una taquilla totalmente desnuda, Ana se vistió y se maquillo intentando sin
conseguirlo disimular las marcas y volvió a su puesto de trabajo, hasta que
tomaron tierra, por fin termino este largo viaje, se fue a casa a disfrutar de
un baño y un merecido descanso. Por su parte Saray había recobrado la
conciencia poco después de tomar tierra el avión, se encontró hatada en un
lugar oscuro, no podía moverse, y una mordaza le impedía hablar, se removía
intentado escapar, hasta que la puerta se abrió cayendo a los pies del personal
de limpieza mientras lloraba por la humillación.
FIN
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Disculpen pero prefierimos mas fotos y videos que un rollo inmenso de relatos ficticios
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